miércoles, septiembre 10, 2008

China y el hábito de malinterpretar

Malinterpretar un suceso de manera que podamos ajustarlo a nuestras expectativas o preferencias es una práctica común de la que en general ni siquiera somos conscientes. O eso me gustaría pensar ante el espectáculo de la muchedumbre de periodistas que en diversos periódicos en distintos países han celebrado las cuidadosas declaraciones de China en relación con la guerrita ruso-georgiana como una prueba del "aislamiento" en que se encuentra Rusia tras esta excursión militar. El hecho de que China no se posicionara abiertamente del lado de Rusia lo interpretan como una evidencia de que ni siquiera un aliado cercano y tan poco democrático aprueba la intervención militar rusa en Georgia y el posterior reconocimiento de Osetia del Sur y Abjasia como naciones independientes. Si todo fuera tan simple...

Primero, hay que aclarar que no sabemos qué pueden haber hablado los mandatarios de estos países en privado —un tema sobre el que no vale la pena especulary cualquier persona sensata sabe que, usualmente, las declaraciones oficiales no son más que pose para la galería sin demasiada trascendencia. Los partidarios de la versión oficial —"Ni los chinos aprueban la brutalidad soviét... perdón, rusa."— argumentan que acaso intervino en esa decisión el hecho de que Rusia y China comparten una extensa frontera que ahora estarán vigilando desde Beijing con preocupación, dado el aventurerismo de Putin. Lamentablemente, esa afirmación no se sostiene, en parte, porque hace ya unos años que rusos y chinos resolvieron todos sus problemas fronterizos pendientes para satisfacción de ambos. Todavía más importante es el hecho de que Rusia sufre una importante caída de la natalidad que sería razón suficiente para que fuera este país quien mirara con preocupación a su vecino, habida cuenta el aumento del número de nacionales chinos en el lejano oriente ruso. Si alguien tiene que preocuparse a la larga por su integridad territorial y por la posibilidad de ser parcialmente absorbido por su vecino es Rusia.

Sin embargo, hay un argumento de mayor peso y mucho más obvio, cuyo olvido provoca que lea a estos periodistas con suspicacia, más habida cuenta que muchos de ellos se han mostrado bastante vocales en relación con estos temas en el pasado. La razón por la que el gobierno chino no puede apoyar públicamente la secesión de Osetia del Sur y Abjasia es que en casa tiene dos casos muy similares y no está dispuesto a permitir que nadie invoque a los países del Cáucaso —o a Kosovo, puestos a ellocomo precedente. Me refiero, lógicamente, a Taiwán, que es independiente de facto aunque nadie reconozca ese hecho, y al Tíbet.

Suponer que el gobierno chino pudiera ser tan torpe como para aprobar públicamente unas decisiones que van contra su política interna es absurdo... o malintencionado. Eso no quiera decir que China no simpatice en privado con la idea de impedir que la OTAN se extienda hasta el Cáucaso y que los países Occidentales tengan un mayor control del gas y el petróleo de Asia Central, que a fin de cuentas son la competencia. Por otro lado, la pose de neutralidad es coherente con actitudes pasadas. Es la misma posición que adoptó en relación con el conflicto diplomático que enfrenta a Rusia y a Japón por el control de las Islas Kuriles o a Japón y a Corea del Sur debido a unos islotes que los surcoreanos llaman Dokdo y los japoneses Takeshima y que actualmente controla Seúl, pero que reclaman desde Tokio. Desde Beijing se dedican, razonablemente, a ver los toros desde la barrera. Y si los periodistas quieren utilizar esta muestra de pragmatismo para desinformar a sus lectores, ¿quién puede impedirlo? Es deshonesto, sí, pero es cómodo, no es conflictivo y no es como si alguien fuese a darse cuenta. ¿O sí?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

lolla dice
qué bien, ya estamos otra vez...

11:15 p. m.  

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