domingo, agosto 24, 2008

Una par de notas al margen

Por azar, encuentro un par de vídeos interesantes en YouTube. El primero pertenece a la cadena Fox. Interesados en incluir el factor humano durante la recién terminada guerra entre Georgia, Osetia del Sur y Rusia —que no todo puede ser hablar de derechos humanos y democracia; eso queda demasiado abstracto y ya se sabe que el público quiere "conectar" con alguien, entrevistan a una niña de doce años y su tía, residentes en San Francisco, que se encontraban en Osetia en esos días y que tuvieron que huir precipitadamente de la aldea que visitaban, y no por culpa de la escasez de rinocerontes precisamente. Sin embargo, pareciera que alguien no hizo los deberes y se habrán llevado un pedazo de sorpresa en el estudio cuando la niña decide aclarar que había huido de las bombas georgianas y que desde allí quería expresarle su agradecimiento al ejército ruso por ayudarlas a escapar. Entre ella y la tía se cargaron por un instante la narrativa que sobre el conflicto habían creado los medios en EE.UU. Afortunadamente, una pausa para ir a comerciales siempre viene a mano para callar a alguien que insiste en decir cosas que nadie quiere escuchar. Al menos nadie en la cabina de producción.



El otro vídeo pertenece a la CBC y es un fragmento de una entrevista a Condoleezza Rice en Washington, una vez más el tema es Georgia. Ante las declaraciones de Rice y otros políticos norteamericanos que afirmaban que la reacción militar de Rusia había sido desproporcionada, un periodista comienza a hacerle una pregunta a la actual Secretaria de Estado en la que traza un paralelo entre la reacción rusa y la reacción norteamericana tras el 11 de septiembre. La pregunta en sí nunca la sabremos porque se corta la señal y de inmediato se regresa al estudio donde la presentadora, sin demasiado entusiasmo, aclara que al parecer han perdido la señal del satélite. Resulta fascinante el descaro con el que censuran un comentario incómodo. Por otro lado, puestos a hacerlo, yo siempre he encontrado más refrescante este tipo de cinismo. Al menos uno sabe a lo que se enfrenta.



Para terminar, no puedo pasar por alto un fragmento del artículo que publica hoy Mario Vargas Llosa sobre su reciente visita a Caracas en la página de Opinión de El País. Antes de proseguir, permítanme que aclare que no me interesa el tema de Venezuela, me aburrió desde un inicio. Hugo Chávez me parece un payaso y un incapaz, elegido democráticamente, es cierto, pero no menos payaso e incapaz por ello. ("Es inútil" "Sí, pero es el capitán", que dirían los Les Luthiers.) Ha tomado alguna que otra medida sensata —tratar de erradicar el analfabetismo, por ejemplo—, pero en general se ha dedicado a desaprovechar la oportunidad que había ganado en las urnas para corregir siquiera parcialmente los problemas de su país. Vargas Llosa, por otro lado, es mi escritor favorito en su generación. Tiene, como cualquiera, varios libros malos; incluso algunos muy malos. Sin embargo, prefiero Conversación en la Catedral a Cien años de soledad —más "entretenida" acaso, más accesible sin duda, pero menos novela— o a Rayuela —el libro de un argentino profesional. Lo digo por dejar claras mis lealtades. Y ahora, cito el párrafo de Vargas Llosa.
A este respecto, no me resisto a contar una anécdota que le escuché también a Teodoro Petkoff. Tomó un taxi en el centro de Caracas y fue reconocido por el chofer. Éste era un médico cubano que, en sus ratos libres, hacía de taxista para mejorar sus ingresos. Estaba ya un buen tiempo en Venezuela y, ciertamente, muy contento. Lo que más le alegraba era la abundancia que advertía por doquier, en los almacenes, tiendas y mercados, un gran contraste con los desvaídos y misérrimos puestos de venta de productos domésticos donde se aprovisionan en la isla los cubanos de a pie. Puestos a conversar, el médico-taxista le confesó a Petkoff esta debilidad: "Cuando llegué a Venezuela y vi por primera vez una botella de Coca-Cola, se me llenaron los ojos de lágrimas". Si después de medio siglo de revolución, ese símbolo quintaesenciado del capitalismo despierta semejantes emociones en un cubano nacido y educado bajo la prédica ideológica de Fidel Castro, ¿quién puede dudar que el socialismo en su versión cubana tiene los días contados?
Ignoro si en realidad Petkoff le contó esto a Vargas Llosa. Ignoro si Petkoff se inventó la historia. Ignoro si es una debilidad del novelista Vargas Llosa que se impone al periodista Vargas Llosa. (No sería extraño: "Hasta mis debilidades son más fuertes que yo", nos advierte el bueno de Felipe en una de las tiras de Mafalda.) La verdad, no me extrañaría encontrarme a un médico cubano trabajando de taxista "por la izquierda" en Caracas para aumentar su magro salario. Incluso estaría dispuesto a concederle el beneficio de la duda al médico cubano —o a cualquier cubano, puestos a ello que me dijera que no probó la Coca Cola hasta que salió de Cuba, aunque eso último me temo que en buena medida habría sido responsabilidad suya. Ahora, que vio por primera vez en su vida una botella de Coca Cola en Caracas... Cuando lo leí, me vino en seguida a la mente aquello de Les Luthiers: "Cantalicio Luna vio la luz en la provincia de Buenos Aires a los dieciocho años... la madrugada en que llegó de Santiago del Estero, donde había nacido".

No recuerdo cuando regresó exactamente la Coca Cola a Cuba, pero para 1993 —Año de la Despenalización del Dólar, para seguir la moda oficial de darle nombre a los años—, hacía rato que ya estaba en la calle. Se me podría responder que no todo el mundo tendría los dólares para comprarla, es cierto, pero para verla no hacía falta pagar. La anécdota, además, oculta el hecho de que incluso en los momentos de mayor rusofilia en Cuba —momentos que cada día quedan más lejos, hablo de la década del setenta—, la cultura popular norteamericana nunca se ausentó de la Isla. Nunca vivimos detrás del Telón de Acero; y si hubo un Telón de Bagazo, pues resultó ser muy poroso. Crecí viendo dibujos animados y películas norteamericanas, escuchando música norteamericana, la moda la marcaban los norteamericanos y así un largo etcétera. Comparado con el español promedio de mi generación, tengo que reconocer que soy mucho menos crítico con el estilo de vida norteamericano y que estoy mucho más marcado por la cultura pop de ese país. Y como yo, todos esos médicos "educados bajo la prédica ideológica de Fidel Castro" (Vargas Llosa dixit). Si en serio Vargas Llosa cree que la Coca Cola le puede acortar los días al régimen cubano, acaso debería intentar ir a la Isla y actualizarse. Y si quiere, me escribe antes. Le puedo recomendar un par de sitios donde podrá tomarse una Coca Cola bien fría.

P. D. La BBC 2 tiene un programa titulado Mock the Week. En una de las secciones, los comediantes tienen que improvisar chistes cortos a partir de un tema que les proporciona el moderador. El del jueves pasado, 21 de agosto
—que no es el más gracioso que haya visto, trataba sobre "Preguntas que fueron rechazadas en los exámenes este año". Uno de los comediantes, plantea un problema:
Vladimir tiene diez mil tanques y usted tiene tres. ¿Por qué iniciaría usted una guerra? Argumente.
Aquí esta el segmento completo.



2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

la coleccion de ideas no es nada disperersa y creo que la respuesta a lo de los tanques es siempre la misma como diría tu personaje
"no man should leave in the universe anything of which he is afraid"

2:38 p. m.  
Blogger Lafuente said...

Y no será que se refiere a la botella de cristal y no al contenido? En Cuba sí que no se encontraban. Esa botellita (de curvas femeninas) sí que es un símbolo de "los malos", de lo inaccesible, de la nostalgia de los abuelos...

Lo digo porque, por ejemplo, en Guatemala la coca cola siempre venía en esas botellas de vidrio.

11:10 p. m.  

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