domingo, febrero 18, 2007

Meteorología y política

Hoy me demoré unos segundos más de lo necesario frente al televisor tras ver a Fabio Capello tratar de explicar un nuevo ridículo del Real Madrid. La verdad es que no suelo ver los telediarios, salvo por las noticias sobre fútbol, porque entre su fascinación por el melodrama y la sangre —ahí descolla Telecinco y la manera sesgada que tienen de informar llevan un par de semanas dale que te pego con la nueva ley que regulará el consumo de bebidas alcohólicas y las declaraciones de quienes se le oponen, pero todavía me queda por ver que alguien explique en qué consiste la malhadada ley que causa tanta alarma a los dueños de viñedos y defensores de las tradiciones ibéricas—, no les encuentro mucha utilidad. Además, la cobertura que ofrecen de la escena internacional es tan mainstream, tan acrítica en su aceptación del punto de vista promovido desde el establishment, que no puedo menos que pensar que no les interesa lo que pasa en realidad o que no se toman su trabajo en serio se me ocurren otras hipótesis, pero no me gustan las teorías de la conspiración.

Los segundos extras de hoy los ocupó la predicción meteorológica. Aunque la manera de presentarla cambia de cadena en cadena, la verdad es que siempre las encuentro cortas e incompletas, y ahí no pude evitar recordar a Rubiera y el parte del tiempo del noticiero, que solía ser más detallado, supongo que debido a que Cuba, al ser más pequeña, ofrece un panorama más homogéneo que resulta más fácil resumir, lo que permite más atención al detalle, y porque tarde lo que tarde, no les cuesta nada, lo que siempre ayuda a adoptar una actitud más relajada. Recordar a Rubiera, sin embargo, me hizo pensar en otra cosa, y es que si las cosas siguen como van, pronto los cubanos vivirán su primera temporada ciclónica sin Fidel Castro.

No es que eso vaya a afectar la respuesta del gobierno ante un huracán, no lo creo. Se trata más bien de que los cubanos podrán seguir el paso del meteoro sin tener que observar como Fidel Castro, de pie junto a Rubiera, lo interroga sobre posibles trayectorias y daños, observa con deleite la imagen satélital del ojo del huracán —más o menos definidoen el monitor de un ordenador, y luego explica de nuevo lo que ya explicó el otro, realiza predicciones propias y en general molesta, interrumpe, obstaculiza y divaga. Y se divierte.

Sin duda, por una cuestión de carácter personal, al Comandante siempre le han divertido los ciclones. O no los ciclones en sí, sino las situaciones de crisis en general. Es cierto también, algo que sus enemigos se negarán a reconocer, que las crisis son algo que suelen dársele bien. También es cierto que las crisis son eventos puntuales que se presentan cada tanto, y que entre una y otra la gente vive en su día a día, una esfera donde el gobierno cubano no tiene mucho de qué alardear. Uno de los problemas de la política cubana durante la Revolución es que se ha hecho en función de los titulares de los diarios, no en función de las personas. El problema de vivir para lo heroico, sea cierto o no, es que se es héroe durante un instante y luego hay que seguir llevando una vida normal. Y la normalidad no es un estado que Fidel Castro haya conseguido dominar.

La verdad es que, en el ámbito del Caribe, ningún país, e incluyo ahí la porción sur de los Estados Unidos, consigue enfrentar tan organizadamente este tipo de catástrofes naturales. Sería absurdo negar que tienen montado un excelente dispositvo de evacuación para las personas en peligro de resultar afectadas, lo que sin duda influye en el bajo por ciento de fallecidos tras un huracán, además de que los trabajos de reparación de las infraestructuras suelen ser bastante ágiles, aunque eso ya depende de la magnitud de los daños y de dónde se produzcan, que sin duda se priorizan las reparaciones en la capital por encima de aquellas en las provincias. Y si bien no tiene mucho mérito compararse con Dominicana, Haití o Jamaica, ni siquiera en los Estados Unidos consiguen proteger con tanta eficiencia a sus ciudadanos.

Claro que hay razones que explican esto, dejando de lado la competencia infantil que ha mantenido Fidel Castro durante su gobierno con el vecino del norte: y es que resulta más sencillo organizar una operación de este tipo desde la cúspide de un gobierno vertical que en una sociedad como la norteamericana, donde los alcaldes, los gobernadores estatales y el gobierno federal compiten entre sí para pasarse sus responsabilidades los unos a los otros —aunque partidario en lo personal de colocar la responsabilidad de autogobernarse, en la medida de lo posible, sobre las instituciones locales y los individuos, no se me escapa el hecho de que esto le simplifica las cosas al gobierno central al facilitarle pretextos para desoír sus obligaciones escudándose tras la relativa autonomía de las provincias, municipios et al. Y es que nadie ha puede negar que una dictadura tiene sus ventajas, la cuestión sería más bien preguntarse si la relativa eficiencia frente a un fenómeno puntual que se presenta con relativa frencuencia y otros beneficios algunos habrá, o tras más de cuarenta y cinco años de gobierno no demasiado exitosos ya habrían perdido el poder superan las ventajas y las también relativas libertades de una sociedad democrática. La respuesta a esa pregunta es personal, y no seré yo quien cuestione la que dé cada quien en su conciencia.

Lo que sí me queda claro es que, de producirse un cambio de sistema el cambio de gobierno puede que ya se haya producido, quienesquiera que estén al mando entonces enfrentarán un examen muy importante cuando tengan que afrontar su primer huracán. Una mala gestión en un momento así podría llevar a muchos a realizar comparaciones desagradables. La tozudez de Aznar, que se demoró un mes en visitar el desastre causado por el Prestige, o la displicencia de Bush, que se permitió decirle Michael Brown, director de FEMA, tres días después del desastre del Katrina: "Brownie, you're doing a heck of a job," además de tomarse su tiempo para visitar la zona afectada y luego simplemente olvidarlo todo, no es algo a lo que estén acostumbrada la gente en Cuba. Con todos sus defectos, el gobierno de Fidel Castro se las arregló para crear un mecanismo controlado por el ejército que ha respondido con eficiencia ante crisis como éstas y lo ha hecho durante varias décadas por lo que la mayor parte de los cubanos dan por sentado que esa es la respuesta natural en situaciones similares.

Claro que eso ya se verá cuando suceda. De momento, hay otras interrogantes pendientes que precisan respuesta, otros problemas por resolver más inmediatos, y nada indica que un "cambio" de esa naturaleza esté próximo a producirse. Por mi parte, lo único que puedo prometer es que en el futuro no volveré a demorarme más de lo imprescindible frente a un telediario, sobre todo los domingos. Uno no sabe cuáles pueden ser las consecuencias.

8 Comments:

Blogger Lafuente said...

Muy bueno Gabriel. En Cuba participé en una Campaña contra el dengue (una de esas crisis cíclicas, que tal vez se intercalan entre un ciclòn y otro) y fuì testigo del desorden, los globos inflados, las estadìsticas negras y la falta general de recursos. Mientras, la gente, desinformada, no conocìa la verdadera magnitud de la epidemia y la lista de vìctimas crecìa... Solo hasta que... "llegò el Comandante y mandò a parar" Una vez màs el "Salvador". Quien puede disponer de todos los recursos en un santiamén. Quien puede paralizar el resto del paìs, todos a trabajar en la Campaña. No me gustan tampoco las teorìas de la conspiraciòn, pero yo me preguntaba si la espera correspondìa a propòsitos maquiavélicos. También me preguntaba si la gente estaba demasiado acostumbrada a semejante concentraciòn de poder (incluìdo de decisiòn) y còmo se las arreglarìan solos?

Otra cosa, recuerdo la cara del pobre Rubiera... con unas ojeras... Se veìa estresado con la presiòn del Comandante.

12:31 p. m.  
Blogger omar said...

¡Excelente Josef K! comparto tu visión en su totalidad, así que no tengo mucho que agregar; sólo un par de remembranzas: Rubiera, con su talento didáctico, no sólo informaba (bueno, supongo que todavía lo hace) sino que se empeñaba en enseñar cómo accionar frente a determinados fenómenos. Estoy convencido de que debe ser un excelente profesor.
Respecto a la Defensa Civil, siempre he dicho que creo que es lo único que funciona en Cuba; vivía a tres cuadras del Malecón y año por año fui testigo de los despliegues en la temporada ciclónica y las famosas "penetraciones" del mar, en invierno.
Respecto al comandante metiéndole el dedo en el ojo al huracán, para cambiarle el curso, ya si fue demasiado....

1:12 p. m.  
Blogger Gabriel Syme said...

Bueno, el problema con lo del dengue, ineficiencias aparte, es que en Cuba las cosas sólo se vuelven reales cuando las menciona Fidel. Al menos, cierta clase de cosas. Si él no dice que hay dengue, nadie dice nada, nadie hace nada. Simplemente, los funcionarios de nivel medio, que deberían de ser responsables de echar a andar MUCHAS cosas no hacen nada. O fingen que no pasa nada, o "consultan" y en lo que llega la respuesta no hacen nada. Es la exageración al absurdo de la mentalidad de sitio que existe en ese país: reconocer una desgracia es "darle argumentos al enemigo." Lo que es una tontería, el dengue abunda en América Central y algunas islas del Caribe. Es cierto que en Cuba podría hacerse mucho más por prevenirlo, pero también es cierto que la naturaleza coopera con el mosquito.

Lo de las campañas es especialmente penoso porque se trata de otro ejemplo de acciones destinadas a los titulares. Se tomaban algunas medidas "enérgicas," se limpiaba la ciudad y luego se volvía a la inercia anterior permitiendo que se creeran de nuevo las condiciones que propiciaban la epidemia. No sé si es el calor o qué, pero en Cuba nada tiene continuidad; lo que no siempre es malo, porque cuando se trata de alguna medida contra la gente, uno sabe que dentro 3 meses nadie se va a acordar de aplicarla, que lo único que hay que hacer es tratar de no explotar en el momento del entusiasmo.

Y sí, por suerte la Defensa Civil sí funcionaba, es un alivio. Y es algo que no debería perderse pase lo que pase. A fin de cuentas, los huracanes no cruzan la zona sólo porque no aprueban la ideología del gobierno actual. Habida cuenta que seguirán pasando, lo mejor es aprovechar la experiencia acumulada.

8:39 p. m.  
Blogger waxaxo said...

Excelente análisis Syme!

W.

1:06 a. m.  
Blogger elcorsarionegro said...

Five puntos! jejejejeje, las cosas se vuelven reales si las menciona....

12:44 a. m.  
Blogger pcbcarp said...

Muy bien expuesto, sí señor. ¿Cómo sería el mundo si la prensa no tuviera titulares? Caramba...

7:31 p. m.  
Blogger Gabriel Syme said...

Bueno, Corsario, ya sabes cómo son las cosas. Cuando un tema resulta demasiado caliente, todo el mundo espera la seña propiciatoria del jefe para hablar de ello. Mientras no la reciban, el tema no existe. En parte es consecuencia de la mentalidad de sitio que vive el gobierno (parcialmente justificada, que este tipo de actitud suele tener base en la realidad, por más que la exploten excesivamente para poder evitar cualquier tipo de crítica) y en parte de la cobardía de los funcionarios que no quieren quemarse. Es una suerte de rebuscado idealismo, donde sólo las percepciones de un sujeto en específico le otorgan categoría de realidad a los fenómenos. Qué se puede hacer.

¿Cómo sería el mundo de la prensa sin titulares? Ni idea. Borges sugirió en alguna ocasión que los periódicos sólo deberían salir de vez en cuando, cuando pasara algo importante. Por ejemplo, decía, en grandes letras en la portada: ¡Colón descubre América! El problema, insistía, es que resulta absurdo esperar que todos los acontezca algo importante, así que uno tiene que enfrentar una avalancha de banalidades.

El problema en Cuba es que al gobierno le ha fascinado siempre anotarse puntos por los éxitos grandes, o por éxitos pequeños que tratan de agrandarse empleando un lenguaje épico, mientras desatienden la vida cotidiana de las personas. Lo que no tendría mucha importancia si no fuera porque como controlan todas las esferas de la producción, los servicios, etc., esa despreocupación tiene consecuencias. Como me señaló en una ocasión una amiga, pensemos simplemente en las compresas (íntimas, para los cubanos). Una mujer, si asumimos que comienza a menstruar a los 12 años y termina a los 50, y si el período le dura 5 días, menstrua, más o menos, unos 60 días al año y 2280 antes de llegar a la menopausia. Ahora bien, obviando el hecho de que la situación normal en relación con las compresas en las farmacias en pesos cubanos es de desabastecimiento, las que hay, cuando hay, son gruesas, pesadas, calurosas, en un país donde la temperatura habitual es de 32 grados y la humedad relativa es del 98%. Llevar puesta una de esas compresas es jodidamente incómodo y la verdad es que a esta altura podría haberse hecho algo por mejorarle la calidad de vida en este pequeño aspecto a las mujeres cubanas. Sé que hay cosas más importantes y urgentes, pero son ese tipo de detalles minúsculos, repetidos una y otra vez, los que le amargan la vida a la gente. En lugar de eso, nos dedicamos a enviar heroicas misiones de médicos a países del tercer mundo, a actuar como "ejemplo" para las naciones en desarrollo y a librar una guerra implacable, que en su retórica no tiene nada que envidiar a los partes militares del Pentágono en Irak, contra el aedes aegyptis, el mosquito que transmite el dengue.

En cualquier caso, entre los muchos titulares geniales a lo largo de los años en la prensa cubana, mi favorito, por una cuestión de oportunidad, es del verano de 1991. Al día siguiente del final de los Juegos Panamericanos, el Granma publica a toda página, en un puntaje enorme: ¡151 medallas de oro en los Panamericanos,! o algo por el estilo. A pie de página, en unos catorce puntos a lo sumo el títular, y en un puntaje mucho más pequeño la noticia en sí: "Militares deponen a Mijaíl Gorbachov," o algo por el estilo. Y hombre, tiene su lógica, ¿qué hay más importante para nosotros que los logros del deporte nacional?

11:35 a. m.  
Blogger Karamchand said...

Tengo entendido que ahora Rubiera ha dejado el alcohol, debe ser por eso las ojeras de antes, aunque muchos los prefieran alcoholoado, dicen que pronósticaba mejor, además de la presencia del "omnisciente", que verdaderamente tiene la cabeza de cualquiera en sus manos.
Por otro lado, es lógico que funcione la Defensa Civil, son militares, es lo que tienen los países para afrontar emergencias de culaquier tipo, ojo, si todo lo pasan a los militares es el caos, están hechos para soportar presión por períodos cortos de tiempo, la presión sostenida provoca dictaduras de las más crueles.
Es normal en un sistema dictatorial, que sucedan esas cosas, todo en un impulso que no dura, ya se perdió la cuenta de las personas que han perdido sus casas y todavía esperan una solución.

7:24 a. m.  

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