De zapatos, y barcos y cera de sellar, de coles y de reyes...
Podría justificarme por no haber colgado ninguna entrada en todo este tiempo. No lo haré, no vale la pena. Trataré de ir haciéndolo regularmente en el futuro (ya lo sé, lo he dicho antes y no he cumplido; veremos qué pasa ahora), en cuanto a estos dos meses, digamos que he estado pensando en otras cosas. Lo que sigue lo escribí entre el 8 y el 11 de agosto. Podría poner otras cosas que escribí antes, pero de todo esto es lo que más ha envejecido, así que le doy prioridad. Desde entonces, han cambiado algunas cosas: se declaró un alto al fuego entre Israel y el Líbano, y tanto el estado judío como Hizbulá se declararon vencedores, lo que era de esperar; el presidente de Irán ha declarado hoy que su país no renunciará a su derecho a enriquecer uranio, así que habrá que esperar a ver qué sucede en el Consejo de Seguridad y cuál será por fin la posición de Rusia y China en este asunto, y en Cuba todo sigue igual, mientras que desde la Casa Blanca, tras algunas declaraciones para la galería y una llamada a la calma dedicada a los entusiastas de Miami, nada más ha pasado. Era de esperar. En cualquier caso, esto fue lo que pensé en los primeros días.
La situación en Cuba ha acaparado en la última semana los titulares de algunos periódicos. Después de varios días mirando las noticias, no puedo negar que todo va justo como esperaba: no pasa nada. En La Habana, repiten consignas; Miami dio el espectáculo de mal gusto que se esperaba de ellos; la Casa Blanca se borra, y Europa, bueno, Europa tiene cosas más importantes que hacer. Y hacen bien.
Dos cosas me han llamado la atención, sin embargo.
La primera, está relacionado con las famosas compensaciones y devoluciones al exilio histórico y a las empresas norteamericanas. No deja de parecerme increíble que todavía sigan con eso, pero supongo que si yo hubiera dejado una mansión en Siboney o unos cuantas miles de hectáreas de tierra tampoco lo habría olvidado. Sin embargo, lo que despertó mi interés es que algunos han propuesto que el gobierno de Estados Unidos preste el dinero para realizar esos pagos, préstamo que sería devuelto más adelante por el gobierno cubano y que podría entrar en el paquete de ayuda prometido por el gobierno norteamericano a la Isla caso de que se produjera una transición a la democracia. Estamos hablando de pagos —sólo contando a las empresas y ciudadanos estadounidenses— por un valor de 8000 millones de dólares, según informa un artículo publicado ayer en Encuentro en la Red (La enfermedad de Castro reaviva la discusión sobre el tema de las expropiaciones). Como ese dinero saldría de un préstamo que algún día habría que devolver con dinero de los contribuyentes cubanos, me pregunto hasta cuando seguirá pagando Liborio. Más allá de lo que diga el derecho internacional sobre el tema, no entiendo por qué habría de responsabilizar a todo un pueblo por las decisiones de una persona.
E igual sea ingenuo, pero, puestos a escoger, no estoy seguro de que yo aceptaría ni un centavo en ayudas, y tengo mis razones. Es curioso cómo funciona el asunto de las ayudas, como puede percatarse cualquiera que revise las que recibieron los países ex-socialistas de Europa del Este o las que ahora recibe Irak. La mayor parte de ellas va a parar a empresas y consultores estadounidenses que vienen encargarse de "reconstruir" el país y que pasan por encima de empresas y consultores nacionales. Por tanto, ese dinero, que sale del bolsillo del contribuyente americano, se le concede a empresas privadas de ese mismo país en licitaciones que suelen realizarse en condiciones de dudosa honestidad. En otros países, a eso se le llamaría subsidio, pero claro, el gobierno norteamericano cree en el libre comercio y en la desregularización, así que no deben serlo. El dinero, en cualquier caso, se queda en casa, aunque pase del dominio público al privado, mientras que el país ayudado no ve la mayor parte de ese financiamiento y sólo recibe los dudosos beneficios que está comprando con él. Ese sistema de cosas no ayuda, lógicamente, a desarrollar la industria nacional del país en cuestión ni a proporcionar empleos a los profesionales de esa nación, pero eso qué importancia puede tener siempre que se hagan negocios.
Lo otro que me llamó la atención fueron las expectativas que se crearon dentro de una parte del exilio ante la posible actuación de los Estados Unidos. Y es que los cubanos siempre nos hemos sentido protagonistas y se nos olvida que en el resto del mundo pasan cosas más importantes. El gobierno de la Casa Blanca no ha hecho más de lo que yo esperaba: nada. Una rápida mirada a otros lugares del mundo lo explica: hay problemas más inmediatos que Cuba.
Afganistán: Ha desaparecido casi por completo de las noticias, pero en el sur de ese país el Talibán sigue con muy buena salud, creándole bastante preocupación a las tropas inglesas que, con mandato de la OTAN, han sustituido a los norteamericanos allí. No es la primera vez que los ingleses se enfrentan a los afganos y con seguridad no les causa ninguna alegría hacerlo de nuevo. El narcotráfico aumenta cada día, a pesar de los esfuerzos de los distintos países implicados, y se susurra que el ejército estadounidense lo tolera como un mal menor, habida cuenta que intentar erradicarlo erosionaría el escaso apoyo del que goza el presidente Amid Karzai, dado que una parte considerable de los campesinos afganos viven del cultivo de amapolas para la producción de opio. El presidente Karzai —conocido cariñosamente como "el alcalde de Kabul"— ha decidido, además, reactivar el Departamento para el Vicio y la Virtud, que crearan los muyahidines en los 90 y que los talibanes convirtieran en ministerio. A pesar del disgusto que esto ha producido entre los diplomáticos occidentales y el personal de las ONGs, Karzai sabe que tiene que buscar la aprobación interna y eso es lo que pretende conseguir con esta medida. La guerra en Afganistán está lejos de haberse acabado, y los Estados Unidos sólo quieren irse de ahí. Es muy probable que la situación en ese país empeore según el Talibán se hace fuerte y sólo cabe preguntarse por cuanto tiempo las tropas de la OTAN encabezadas por los ingleses aceptarán quedarse ahí recibiendo los disparos que le tocaban a Estados Unidos.
Ucrania: Otra que ha hecho una reaparición discreta en los periódicos, aunque en la mayor parte de los casos sólo para informar someramente sobre lo que sucede allí. El hecho de que el presidente Victor Yushenko haya tenido que nombrar primer ministro al prorruso Yanukovich después de unas elecciones parlamentarias donde el partido de este último fue el gran ganador vuelve a colocar a Ucrania, al menos de momento, en la órbita rusa, de donde Estados Unidos quería sacarla. Una de las posibles consecuencias de esta nueva situación será que la entrada en OTAN de Ucrania tendrá que posponerse, si es que no se deja a un lado para siempre. Los neoconservadores en el gobierno norteamericano siguen actuando como si nunca hubiera acabado la Guerra Fría, y la Rusia asertiva de la actualidad, fortalecida por los precios del petróleo, no les despierta ninguna simpatía. Sin embargo, la idea de seguir rodeando a Rusia de estados tapón y de intentar controlar lo que antes estos consideraban su área de influencia parece de momento condenada al fracaso, sobre todo al perder parte de su ascendiente sobre Ucrania, país esencial en esta estrategia.
Líbano: Evidentemente, secuestrar a dos soldados israelíes es una mala idea. Bombardear la infraestructura de un país y a su población civil, es todavía peor, y sin dudas es además exagerado. Así van las cosas entre Israel y Hizbulá. La teoría es que, con el pretexto del secuestro, la intervención de Israel en el Líbano consiga forzar el desarme del Partido de Dios o, con suerte, su desaparición. Armado y financiado por Irán y Siria, aunque más independiente de estos de lo que el gobierno de los Estados Unidos acepta reconocer, Hizbulá sería un obstáculo para el gobierno norteamericano si éste decidiera por fin bombardear las centrales nucleares iraníes, o si prefiriera encargarle a Israel que lo haga por ellos. Irán promete tomar represalias, y un lugar destacado en esa amenaza lo desempaña Hizbulá, al cual le tocaría atacar a Israel. Es probable que esa, y no el secuestro de dos soldados, sea la verdadera explicación para la actual guerra en el Líbano. Habrá que esperar a ver cómo acaba, pero a semana y algo de comenzadas las hostilidades, es obvio que no es el paseo militar que esperaban en Tel Aviv. Si las cosas siguen como van, probablemente en algún momento se detengan los combates y ambos se declaren vencedores. Y que el público decida. Pero de momento, la cosa no va como se esperaba (en Washington), y el gobierno de Israel no sólo está consiguiendo que empeore aún más su imagen en el mundo árabe (y en el mundo en general), sino que comienza a ponerse en duda su invencibilidad. Acabe como acabe, los países árabes deben estar tomando nota acerca de cómo un grupo guerrillero se las ha arreglado para causarle problemas al poderoso ejército israelí. Y eso es malo... puede darle ideas a la gente.
Irak: Es el desastre mayor. Si uno lee el New York Times, supuestamente un diario liberal, la impresión que recibe es que las cosas no van tan mal y que pronto las tropas estarán de regreso. La realidad es que aquello cada día está peor, y el primer ministro iraquí, Al-Maliki, parece tener todavía menos poder que Karzai, lo que puede que sea un récord. La posibilidad de una guerra civil es cada día mayor. Baghdad es un campo de batalla donde pelean norteamericanos, la resistencia suní, el ejército iraquí, las milicias shiítas y escuadrones de la muerte que operan bajo el control del Ministerio del Interior (que llevan los chiítas). Los norteamericanos están concentrando una gran cantidad de tropas en la ciudad para tratar de controlar la situación, pero todavía está por ver si tendrán éxito. Los kurdos, en el norte, insisten en jugar a la independencia, lo que desestabiliza la región y le crea problemas a Turquía (aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN) y a Irán, ambos con numerosa población kurda a la que le podrían entrar malas ideas. La consecuencia lógica de esa situación es que en pocos momentos han estado más cerca Ankara y Teherán. En el sur, los chiítas ya no están tan tranquilos, y a los británicos cada vez les cuesta más controlar Basra. Si la pequeña insurrección sunita le está dando tanto trabajo a los norteamericanos, ¿qué pasaría si los chiítas decidieran rebelarse? De momento, se han producido algunas escaramuzas entre ingleses y milicias chiítas en el sur, pero no todavía podría llegarse un acuerdo. Y más les vale.
Asia Central: El "Gran Juego" comenzó en el siglo XIX entre Rusia y Gran Bretaña y continúa hoy, aunque con un cambio en los protagonistas —Estados Unidos ha pasado a sustituir a los ingleses— y algunas nuevas incorporaciones —China principalmente, mientras la India, Irán y Paquistán miran desde las bandas. El objetivo es controlar los recursos —petróleo, gas natural, agua, etc.— y mercados de las ex-repúblicas soviéticas de Asia Central, que en 1991 se convirtieron, sin mucho entusiasmo, en estados independientes. Tras la invasión de Afganistán, pareció por un momento que los Estados Unidos podrían controlar la situación, llegando al ápice de su poder tras el triunfo de la Revolución Tulipán en Kirguistán, donde consiguieron deponer el gobierno prorruso, éxito que no sería duradero porque enseguida el nuevo gobierno kirguís se alineó con Moscú. Los sucesos del Valle de Ferganá en Uzbekistán, donde el gobierno de este país reprimió con dureza una manifestación supuestamente organizada por islamistas, llevaron a que la Casa Blanca criticara este incidente y que, por tanto, el gobierno uzbeko invitara a los militares estadounidenses a abandonar la base que ocupaban en ese país, fundamental para el apropiado control de la región. También ha puesto límites a la capacidad de influencia de Washington en la zona la creación de la Organización de Cooperación de Shangai, cuyos miembros son la República Popular China, Rusia, Kazijistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán —Mongolia, la India, Pakistán e Irán tienen el estatus de observadores y de momento no se esperan nuevas incorporaciones—, que está enfocada a asegurar la seguridad regional, haciendo especial énfasis en el terrorismo, el separatismo y el extremismo. Aunque no se presenta como un equivalente de la OTAN, sin duda esta organización pretende actuar como un contrapeso al poder de Estados Unidos en la región y sirve para establecer un equilibrio entre los intereses chinos y los rusos, además de permitirles a las repúblicas de Asia Central establecer un equilibrio entre el poder las grandes potencias y favorecer a aquella, o aquellas, que más les convenga de acuerdo con las circunstancias; en la actualidad, con la guerra interminable contra el terrorismo, el gobierno norteamericano esta siendo el gran perdedor en el balance de poder en la región.
Irán: A finales de agosto se acaba el plazo para que el gobierno de Irán decida si va a cumplir con las exigencias de Estados Unidos y la troika europea —el Reino Unido, Francia y Alemania— en relación con su programa nuclear. Nadie ha podido probar —después de varias inspecciones de por parte de los funcionarios del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)— que Irán pretenda desarrollar un arsenal nuclear o que haya enriquecido uranio a un nivel superior al aceptable para la producción de energía eléctrica. Su única violación ha sido insistir en su derecho a enriquecer uranio para generar electricidad y negarse a importar el uranio enriquecido de Rusia, que se ofreció para ello, aunque enriquecer uranio para fines civiles es un derecho que tienen todos los estados miembros del OIEA, al que pertenece Irán. Por otro lado, es cierto que resultaría razonable sospechar que Irán podría estar intentando conseguir la bomba atómica, más teniendo en cuenta que el gobierno de los Estados Unidos insiste en derrocar su gobierno y ha jugado con la idea de una invasión, por increíble que parezca habida cuenta que la República de Irán es mayor que Irak, tiene más habitantes y son notables por su nacionalismo; si el ejército norteaméricano no ha conseguido controlar Irak, cabe preguntarse cómo esperan controlar a un país más difícil. Quien propusiera la idea de que una vez depuesto su gobierno los iraníes recibirán al ejército estadounidense como liberadores, debería al menos ser multado por irresponsable visto lo visto, pero eso estaría contra la Primera Enmienda (creo) y por tanto sería ilegal. En cualquier caso, el armamento nuclear podría ejercer un saludable efecto disuasorio sobre la actual administración norteamericana y sobre el gobierno de Israel —país que sí posee un arsenal nuclear de al menos doscientas bombas— similar al que ejercen las seis o así bombas atómicas que el gobierno de Corea del Norte dice poseer. En cualquier caso, habrá que esperar a la decisión de Irán y, si ésta no satisface a los Estados Unidos y sus socios europeos, se tendrá que llevar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU donde Rusia y China —miembros con poder de veto— tendrán que decidir hasta que punto les resulta conveniente contrariar a la Casa Blanca limitando el alcance de las sanciones, suponiendo que haya acuerdo. En cualquier caso, a Estados Unidos le espera una difícil negociación para conseguir que se aprueben unas sanciones que encuentre satisfactorias o, de no ser así, bombardear las instalaciones científicas iraníes, convencer a Israel de que lo haga o intentar construir otra "coalición de la voluntad" para invadir el país sin la aprobación de la ONU, lo que de momento, por razones prácticas, parece altamente improbable.
En fin, estos ejemplos sirven simplemente para señalar que en estos momentos el gobierno de los Estados Unidos tiene entre manos asuntos más importantes que la posibilidad, bastante remota, de una transición hacia la democracia a corto plazo en Cuba y que no van a invertir capital diplomático y muchísimo menos militar en ello. Se limitarán a hacer algunos gestos para el público en Miami y se olvidarán del asunto. A fin de cuentas, seguir esperando es lo que menos cuesta. El mundo es ancho y ajeno, como dijera Ciro Alegría, y a los cubanos nos convendría aprender a ser humildes.
31 de agosto de 2006
La situación en Cuba ha acaparado en la última semana los titulares de algunos periódicos. Después de varios días mirando las noticias, no puedo negar que todo va justo como esperaba: no pasa nada. En La Habana, repiten consignas; Miami dio el espectáculo de mal gusto que se esperaba de ellos; la Casa Blanca se borra, y Europa, bueno, Europa tiene cosas más importantes que hacer. Y hacen bien.
Dos cosas me han llamado la atención, sin embargo.
La primera, está relacionado con las famosas compensaciones y devoluciones al exilio histórico y a las empresas norteamericanas. No deja de parecerme increíble que todavía sigan con eso, pero supongo que si yo hubiera dejado una mansión en Siboney o unos cuantas miles de hectáreas de tierra tampoco lo habría olvidado. Sin embargo, lo que despertó mi interés es que algunos han propuesto que el gobierno de Estados Unidos preste el dinero para realizar esos pagos, préstamo que sería devuelto más adelante por el gobierno cubano y que podría entrar en el paquete de ayuda prometido por el gobierno norteamericano a la Isla caso de que se produjera una transición a la democracia. Estamos hablando de pagos —sólo contando a las empresas y ciudadanos estadounidenses— por un valor de 8000 millones de dólares, según informa un artículo publicado ayer en Encuentro en la Red (La enfermedad de Castro reaviva la discusión sobre el tema de las expropiaciones). Como ese dinero saldría de un préstamo que algún día habría que devolver con dinero de los contribuyentes cubanos, me pregunto hasta cuando seguirá pagando Liborio. Más allá de lo que diga el derecho internacional sobre el tema, no entiendo por qué habría de responsabilizar a todo un pueblo por las decisiones de una persona.
E igual sea ingenuo, pero, puestos a escoger, no estoy seguro de que yo aceptaría ni un centavo en ayudas, y tengo mis razones. Es curioso cómo funciona el asunto de las ayudas, como puede percatarse cualquiera que revise las que recibieron los países ex-socialistas de Europa del Este o las que ahora recibe Irak. La mayor parte de ellas va a parar a empresas y consultores estadounidenses que vienen encargarse de "reconstruir" el país y que pasan por encima de empresas y consultores nacionales. Por tanto, ese dinero, que sale del bolsillo del contribuyente americano, se le concede a empresas privadas de ese mismo país en licitaciones que suelen realizarse en condiciones de dudosa honestidad. En otros países, a eso se le llamaría subsidio, pero claro, el gobierno norteamericano cree en el libre comercio y en la desregularización, así que no deben serlo. El dinero, en cualquier caso, se queda en casa, aunque pase del dominio público al privado, mientras que el país ayudado no ve la mayor parte de ese financiamiento y sólo recibe los dudosos beneficios que está comprando con él. Ese sistema de cosas no ayuda, lógicamente, a desarrollar la industria nacional del país en cuestión ni a proporcionar empleos a los profesionales de esa nación, pero eso qué importancia puede tener siempre que se hagan negocios.
Lo otro que me llamó la atención fueron las expectativas que se crearon dentro de una parte del exilio ante la posible actuación de los Estados Unidos. Y es que los cubanos siempre nos hemos sentido protagonistas y se nos olvida que en el resto del mundo pasan cosas más importantes. El gobierno de la Casa Blanca no ha hecho más de lo que yo esperaba: nada. Una rápida mirada a otros lugares del mundo lo explica: hay problemas más inmediatos que Cuba.
Afganistán: Ha desaparecido casi por completo de las noticias, pero en el sur de ese país el Talibán sigue con muy buena salud, creándole bastante preocupación a las tropas inglesas que, con mandato de la OTAN, han sustituido a los norteamericanos allí. No es la primera vez que los ingleses se enfrentan a los afganos y con seguridad no les causa ninguna alegría hacerlo de nuevo. El narcotráfico aumenta cada día, a pesar de los esfuerzos de los distintos países implicados, y se susurra que el ejército estadounidense lo tolera como un mal menor, habida cuenta que intentar erradicarlo erosionaría el escaso apoyo del que goza el presidente Amid Karzai, dado que una parte considerable de los campesinos afganos viven del cultivo de amapolas para la producción de opio. El presidente Karzai —conocido cariñosamente como "el alcalde de Kabul"— ha decidido, además, reactivar el Departamento para el Vicio y la Virtud, que crearan los muyahidines en los 90 y que los talibanes convirtieran en ministerio. A pesar del disgusto que esto ha producido entre los diplomáticos occidentales y el personal de las ONGs, Karzai sabe que tiene que buscar la aprobación interna y eso es lo que pretende conseguir con esta medida. La guerra en Afganistán está lejos de haberse acabado, y los Estados Unidos sólo quieren irse de ahí. Es muy probable que la situación en ese país empeore según el Talibán se hace fuerte y sólo cabe preguntarse por cuanto tiempo las tropas de la OTAN encabezadas por los ingleses aceptarán quedarse ahí recibiendo los disparos que le tocaban a Estados Unidos.
Ucrania: Otra que ha hecho una reaparición discreta en los periódicos, aunque en la mayor parte de los casos sólo para informar someramente sobre lo que sucede allí. El hecho de que el presidente Victor Yushenko haya tenido que nombrar primer ministro al prorruso Yanukovich después de unas elecciones parlamentarias donde el partido de este último fue el gran ganador vuelve a colocar a Ucrania, al menos de momento, en la órbita rusa, de donde Estados Unidos quería sacarla. Una de las posibles consecuencias de esta nueva situación será que la entrada en OTAN de Ucrania tendrá que posponerse, si es que no se deja a un lado para siempre. Los neoconservadores en el gobierno norteamericano siguen actuando como si nunca hubiera acabado la Guerra Fría, y la Rusia asertiva de la actualidad, fortalecida por los precios del petróleo, no les despierta ninguna simpatía. Sin embargo, la idea de seguir rodeando a Rusia de estados tapón y de intentar controlar lo que antes estos consideraban su área de influencia parece de momento condenada al fracaso, sobre todo al perder parte de su ascendiente sobre Ucrania, país esencial en esta estrategia.
Líbano: Evidentemente, secuestrar a dos soldados israelíes es una mala idea. Bombardear la infraestructura de un país y a su población civil, es todavía peor, y sin dudas es además exagerado. Así van las cosas entre Israel y Hizbulá. La teoría es que, con el pretexto del secuestro, la intervención de Israel en el Líbano consiga forzar el desarme del Partido de Dios o, con suerte, su desaparición. Armado y financiado por Irán y Siria, aunque más independiente de estos de lo que el gobierno de los Estados Unidos acepta reconocer, Hizbulá sería un obstáculo para el gobierno norteamericano si éste decidiera por fin bombardear las centrales nucleares iraníes, o si prefiriera encargarle a Israel que lo haga por ellos. Irán promete tomar represalias, y un lugar destacado en esa amenaza lo desempaña Hizbulá, al cual le tocaría atacar a Israel. Es probable que esa, y no el secuestro de dos soldados, sea la verdadera explicación para la actual guerra en el Líbano. Habrá que esperar a ver cómo acaba, pero a semana y algo de comenzadas las hostilidades, es obvio que no es el paseo militar que esperaban en Tel Aviv. Si las cosas siguen como van, probablemente en algún momento se detengan los combates y ambos se declaren vencedores. Y que el público decida. Pero de momento, la cosa no va como se esperaba (en Washington), y el gobierno de Israel no sólo está consiguiendo que empeore aún más su imagen en el mundo árabe (y en el mundo en general), sino que comienza a ponerse en duda su invencibilidad. Acabe como acabe, los países árabes deben estar tomando nota acerca de cómo un grupo guerrillero se las ha arreglado para causarle problemas al poderoso ejército israelí. Y eso es malo... puede darle ideas a la gente.
Irak: Es el desastre mayor. Si uno lee el New York Times, supuestamente un diario liberal, la impresión que recibe es que las cosas no van tan mal y que pronto las tropas estarán de regreso. La realidad es que aquello cada día está peor, y el primer ministro iraquí, Al-Maliki, parece tener todavía menos poder que Karzai, lo que puede que sea un récord. La posibilidad de una guerra civil es cada día mayor. Baghdad es un campo de batalla donde pelean norteamericanos, la resistencia suní, el ejército iraquí, las milicias shiítas y escuadrones de la muerte que operan bajo el control del Ministerio del Interior (que llevan los chiítas). Los norteamericanos están concentrando una gran cantidad de tropas en la ciudad para tratar de controlar la situación, pero todavía está por ver si tendrán éxito. Los kurdos, en el norte, insisten en jugar a la independencia, lo que desestabiliza la región y le crea problemas a Turquía (aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN) y a Irán, ambos con numerosa población kurda a la que le podrían entrar malas ideas. La consecuencia lógica de esa situación es que en pocos momentos han estado más cerca Ankara y Teherán. En el sur, los chiítas ya no están tan tranquilos, y a los británicos cada vez les cuesta más controlar Basra. Si la pequeña insurrección sunita le está dando tanto trabajo a los norteamericanos, ¿qué pasaría si los chiítas decidieran rebelarse? De momento, se han producido algunas escaramuzas entre ingleses y milicias chiítas en el sur, pero no todavía podría llegarse un acuerdo. Y más les vale.
Asia Central: El "Gran Juego" comenzó en el siglo XIX entre Rusia y Gran Bretaña y continúa hoy, aunque con un cambio en los protagonistas —Estados Unidos ha pasado a sustituir a los ingleses— y algunas nuevas incorporaciones —China principalmente, mientras la India, Irán y Paquistán miran desde las bandas. El objetivo es controlar los recursos —petróleo, gas natural, agua, etc.— y mercados de las ex-repúblicas soviéticas de Asia Central, que en 1991 se convirtieron, sin mucho entusiasmo, en estados independientes. Tras la invasión de Afganistán, pareció por un momento que los Estados Unidos podrían controlar la situación, llegando al ápice de su poder tras el triunfo de la Revolución Tulipán en Kirguistán, donde consiguieron deponer el gobierno prorruso, éxito que no sería duradero porque enseguida el nuevo gobierno kirguís se alineó con Moscú. Los sucesos del Valle de Ferganá en Uzbekistán, donde el gobierno de este país reprimió con dureza una manifestación supuestamente organizada por islamistas, llevaron a que la Casa Blanca criticara este incidente y que, por tanto, el gobierno uzbeko invitara a los militares estadounidenses a abandonar la base que ocupaban en ese país, fundamental para el apropiado control de la región. También ha puesto límites a la capacidad de influencia de Washington en la zona la creación de la Organización de Cooperación de Shangai, cuyos miembros son la República Popular China, Rusia, Kazijistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán —Mongolia, la India, Pakistán e Irán tienen el estatus de observadores y de momento no se esperan nuevas incorporaciones—, que está enfocada a asegurar la seguridad regional, haciendo especial énfasis en el terrorismo, el separatismo y el extremismo. Aunque no se presenta como un equivalente de la OTAN, sin duda esta organización pretende actuar como un contrapeso al poder de Estados Unidos en la región y sirve para establecer un equilibrio entre los intereses chinos y los rusos, además de permitirles a las repúblicas de Asia Central establecer un equilibrio entre el poder las grandes potencias y favorecer a aquella, o aquellas, que más les convenga de acuerdo con las circunstancias; en la actualidad, con la guerra interminable contra el terrorismo, el gobierno norteamericano esta siendo el gran perdedor en el balance de poder en la región.
Irán: A finales de agosto se acaba el plazo para que el gobierno de Irán decida si va a cumplir con las exigencias de Estados Unidos y la troika europea —el Reino Unido, Francia y Alemania— en relación con su programa nuclear. Nadie ha podido probar —después de varias inspecciones de por parte de los funcionarios del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)— que Irán pretenda desarrollar un arsenal nuclear o que haya enriquecido uranio a un nivel superior al aceptable para la producción de energía eléctrica. Su única violación ha sido insistir en su derecho a enriquecer uranio para generar electricidad y negarse a importar el uranio enriquecido de Rusia, que se ofreció para ello, aunque enriquecer uranio para fines civiles es un derecho que tienen todos los estados miembros del OIEA, al que pertenece Irán. Por otro lado, es cierto que resultaría razonable sospechar que Irán podría estar intentando conseguir la bomba atómica, más teniendo en cuenta que el gobierno de los Estados Unidos insiste en derrocar su gobierno y ha jugado con la idea de una invasión, por increíble que parezca habida cuenta que la República de Irán es mayor que Irak, tiene más habitantes y son notables por su nacionalismo; si el ejército norteaméricano no ha conseguido controlar Irak, cabe preguntarse cómo esperan controlar a un país más difícil. Quien propusiera la idea de que una vez depuesto su gobierno los iraníes recibirán al ejército estadounidense como liberadores, debería al menos ser multado por irresponsable visto lo visto, pero eso estaría contra la Primera Enmienda (creo) y por tanto sería ilegal. En cualquier caso, el armamento nuclear podría ejercer un saludable efecto disuasorio sobre la actual administración norteamericana y sobre el gobierno de Israel —país que sí posee un arsenal nuclear de al menos doscientas bombas— similar al que ejercen las seis o así bombas atómicas que el gobierno de Corea del Norte dice poseer. En cualquier caso, habrá que esperar a la decisión de Irán y, si ésta no satisface a los Estados Unidos y sus socios europeos, se tendrá que llevar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU donde Rusia y China —miembros con poder de veto— tendrán que decidir hasta que punto les resulta conveniente contrariar a la Casa Blanca limitando el alcance de las sanciones, suponiendo que haya acuerdo. En cualquier caso, a Estados Unidos le espera una difícil negociación para conseguir que se aprueben unas sanciones que encuentre satisfactorias o, de no ser así, bombardear las instalaciones científicas iraníes, convencer a Israel de que lo haga o intentar construir otra "coalición de la voluntad" para invadir el país sin la aprobación de la ONU, lo que de momento, por razones prácticas, parece altamente improbable.
En fin, estos ejemplos sirven simplemente para señalar que en estos momentos el gobierno de los Estados Unidos tiene entre manos asuntos más importantes que la posibilidad, bastante remota, de una transición hacia la democracia a corto plazo en Cuba y que no van a invertir capital diplomático y muchísimo menos militar en ello. Se limitarán a hacer algunos gestos para el público en Miami y se olvidarán del asunto. A fin de cuentas, seguir esperando es lo que menos cuesta. El mundo es ancho y ajeno, como dijera Ciro Alegría, y a los cubanos nos convendría aprender a ser humildes.
4 Comments:
Cuanto le costaría a EEUU una intervención? que no este en la agenda inmediata estoy de acuerdo, pero siempre hay un politico loco que para justificar su salario crea y lleva a cabo una comision para la urgente liberacion del pueblo de Cuba del yugo opresor de la tirania (¿raulista ahora?)castrista. Proyectos Hay, de eso no me cabe la menor duda. Que las probabilidades de que se de son remotísimas, estoy de acuerdo. Pero creo que las tensiones se encogen o se estiran segun conveniencias, recordar que hay elecciones en menos de 24 meses... A fin de cuentas? no aprovaron 80 millones para apoyar la disidencia interna? decime, en donde van a ir a parar esos 80 millones?
Hay planes y hay muchos intereses en comun entre esta administración y la florida, mas alla de la evidente consanguineidad (es muy gracioso pensar que a ambos lados hay dos hermanos, como los karamasov). Y se juega, se especula y se vive de eso.
Saludos
W.
PD: Se le extrañó.
Ah, ¿pero hay posibilidad de guerra civil en Irak? Y yo sin caer en la cuenta.
Teniendo en cuenta que las guerras civiles no se declaran -bueno, y las otras tampoco, se hacen y listo- yo diría, sin pretender tener razón, que desde la invasión Irak vive una guerra civil y una guerra de resistencia. 2x1 como en el Carrefour.
Bueno, realmente cuando recomendaba modestia, pensaba en algunos cubanos del exilio, en exceso entusiastas y dados a olvidar que, en el juego de la geopolítica, Cuba no ha tenido mucha importancia en los últimos años (más allá de declaraciones para la galería) y perdió todavía más tras el 11 de septiembre.
Planes siempre ha habido, todo gobierno tiene planes para todas las contigencias imaginables, pero de ahí a suponer que se considera con seriedad su puesta en práctica es otra cosa. En Cuba siguen jugando a la carta de invasión porque es conveniente, pero no creo que actualmente crean que esa es posibilidad real. Yo simplemente lo que quería señalar era que las prioridades del gobierno de EE.UU. ahora mismo deben pasar por otra parte. En la situación actual, salvo una crisis migratoria importante o una guerra civil (dos posibilidades altamente improbables), Washington se mantendrá alejado de La Habana y se limitará a la presión diplomática. O así es como yo lo veo.
Otro ejemplo de cómo de complicada son las cosas es este artículo (The World According to China) que apareció en la revista del New York Times el domingo sobre el embajador de China en la ONU. Aunque la posición del periodista sea claramente pro-norteamericana y uno pueda disentir de algunas (o todas, a gusto del consumidor) de sus conclusiones, es interesante porque ilumina un problema del que normalmente no se habla mucho en las noticias. Yo lo encontré bastante interesante. Se puede leer en:
http://www.nytimes.com/2006/09/03/magazine/03ambassador.html
Respecto a la posibilidad de una guerra civil en Irak, estimada Alicia, todo depende del punto de vista. Según la Casa Blanca y Runsfeld, existe una posibilidad bastante remota. Los generales del Pentágono, por su parte, consideran que están al borde del conflicto, mientras algunos de su contraparte inglesa y políticos iraquíes consideran que ya cruzaron ese límite hace rato y que los niveles de violencia sectaria en el país permiten afirmar que se encuentran en medio de una guerra civil. Como efectivamente las guerras civiles rara vez se declaran (detrás han quedado los viejos buenos tiempos en que los líderes decían alea iacta est antes de cruzar el Rubicón), pues ha quedado más o menos en manos de los espectadores decidir si existe o no tal conflicto. Y con las elecciones para el Congreso ahora en noviembre, a Washington no le conviene reconocer que Irak hace rato que se les fue de las manos.
Una prueba más de lo deteriorada que está la situación en ese país es la decisión del ayatollah Ali al-Sistani de limitar sus futuras intervenciones públicas a asuntos religiosos. El sacerdote chiíta había sido un elemento de moderación en la política iraquí, pero su futuro silencio prestará más protagonismo a Muqtada al-Sadr. Las razones de Sistani para tal decisión han sido objeto de especulación, pero nada está claro. Lo que sí es obvio es que resulta un golpe importante para las fuerzas de ocupación que se encuentran en ese país bajo el mando de los Estados Unidos. Así que de momento la situación viene a ser tal como la describe usted: Dos por el precio de uno, una verdadera ganga.
Estoy impresionado. Esto de Internés permite que conectemos y, casualmente, parece que coincidimos en los temas. Ahora es tarde, pero mañana volveré.
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