lunes, junio 12, 2006

Dejad que los jóvenes vengan a mí

Me he dedicado en estos días, con calma, a realizar una “limpieza primaveral” (los lectores de Peter Pan y Wendy recordarán de qué hablo) de mi cuenta en Yahoo. Es cierto que con un gigabyte ya no es necesario hacer eso, pero no sé, me disgusta que mi correo ocupe más del diez por ciento del espacio disponible en el buzón.

Lo bueno de estas limpiezas es que te obligan a rever cosas que tenías olvidadas para poder decidir qué hacer con ellas. Y así, entre otras, tropecé con el discurso que pronunció Felipe Pérez Roque —el Ministro de Exteriores cubano, por si alguien no lo conoce— el 23 de diciembre de 2005 en la Asamblea Nacional en el que hablaba del futuro de una Cuba post-Castro, y que mi padre me había enviado en su momento. Lógicamente, he vuelto a releerlo, y aunque pasados cinco meses es difícil evaluar en qué ha quedado el asunto, no están desprovistas de interés sus palabras, por más que en lo personal sospeche que todo aquello quedó en nada.

Como la política interna cubana es sumamente opaca, no especularé sobre qué pudo motivar esa intervención y qué consecuencias podría tener para el futuro de la Isla. Ya advertían los chinos, no sin ironía, que es difícil predecir, sobre todo en relación con el futuro. Tampoco me interesa cuestionar las cifras que ofrece el Canciller, ya sean sobre la economía nacional o los logros sociales de la Revolución cubana. Incluso pasaré por alto las dudas que me despierta su sintaxis. Mi propósito es más modesto, y si tienen paciencia, porque esto me temo que esto me quedará un poco largo, trataré de explicar qué me ha llevado a regresar a este tema y así haré buena mi advertencia de que ocasionalmente hablaría sobre la política cubana.

Cerca del final de su intervención, el Canciller sugirió con humildad cuál debería ser el próximo objetivo del gobierno, logradas ya la invulnerabilidad militar y la económica:

“Debemos luchar también —creo yo, modestamente— por conservar la invulnerabilidad ideológica y política, que no es ahora un problema, ahora la tenemos, porque ahora tenemos a la generación que hizo la Revolución, tenemos a Fidel y a Raúl.”

Ése es entonces el próximo objetivo que, de cumplirse, ayudaría a eternizar una Revolución sólo realmente amenazada, según señaló Fidel Castro, desde dentro.

La enunciación de tal objetivo es reciente, pero la lucha por conseguirlo empezó hace unos años, propiciada por lo sucedido con Elián González. A partir de ese acontecimiento se han producido una cadena de sucesos, que llegan hasta las medidas más recientes tomadas por el gobierno en el plano económico, en la que se puede intuir una pauta. Visto desde la actualidad, parece evidente que se ha estado intentando desde entonces recuperar espacios que en el terreno ideológico se cedieron, o fueron apareciendo, durante los 90 como complemento de las medidas económicas introducidas durante esa década para evitar la catástrofe total tras la desaparición del socialismo en los países de Europa del este. En el 2000, tras conseguir cierta recuperación a nivel macroeconómico, al parecer se consideró que ya era tiempo no sólo de comenzar a restringir actividades económicas que se habían tolerado por necesidad, pero sin simpatía, sino de borrar también los espacios de ideas que habían aparecido y en los que, si bien no se le hacía necesariamente la oposición al gobierno, al menos se conseguía ignorársele. El objetivo, para el que se capitalizó con el impacto emocional del caso Elián, consistiría, mal y rápido, en tratar de retrotraer a la sociedad cubana a la década de los 80 y, de ser posible, imponer la realidad económica de esa década —que implica la vuelta a la dependencia del Estado como única fuente de ingresos y así borrar los nichos existentes de independencia económica— y la ideología de los 70, el momento menos tolerante de la Revolución cubana.

El objetivo principal de ese empeño lo dejó claro Pérez Roque: los jóvenes. Sobre todo, aquellos que tenían alrededor de 10 años en los 90 y los niños que crecieron durante esa década inmersos en la economía del dinero, que regresaba después de treinta años de ausencia, y los “vicios” de aquel momento. (Curiosamente el Canciller no menciona a quienes vivimos nuestra adolescencia, o parte de ella, en los 80; ignoro si lo hace porque nos considera inmunizados gracias nuestros recuerdos de esa década luminosa o porque nos supone unos “perestroikos” incorregibles; probablemente se olvidó de nosotros sin mala intención.)

Son los jóvenes, sin embargo, quienes podrían representar el mayor obstáculo para la feliz realización de esos planes. La visión del gobierno sobre ellos no está desprovista de contradicciones y varía sensiblemente de acuerdo al tono del discurso, ya sea triunfalista o aparentemente reflexivo. Con un afán conceptista que no habría disgustado a Quevedo, los considera a un tiempo ingenuos, desinformados, los receptores de la mejor educación del mundo, los poseedores de una formación política envidiable, leales más allá de toda duda y necesitados de reeducación ideológica, según indica la preocupación de Pérez Roque. Ellos son los que podrían hacer peligrar ese proyecto social y acaso —lo que es más preocupante— cualquier futuro proyecto político que se pretenda construir caso de que se produjera una transición hacia la democracia.

Hay razones para temer tal cosa. Tras 46 años de proceso revolucionario, tras ver a sus padres invertir sus vidas en sacarlo adelante, en muchos casos poniendo a un lado la vocación o los deseos personales, y recibir nada, o casi nada, a cambio, ¿cómo esperar que las generaciones más jóvenes pospongan su proyecto de vida individual a favor de un dudoso proyecto colectivo? ¿Se puede esperar que inviertan su vida para recibir como recompensa la afirmación: “Debemos ver lo hecho hasta ahora como un punto de partida” cuando estén por cumplir los sesenta años?

A esta altura, comienzan a confirmarse las sospechas de que no hay punto de llegada y que el camino hacia la “sociedad del futuro” es tan infinito como la guerra contra el terrorismo, y la posibilidad de avanzar por él tan poco probable como que Aquiles le gane la carrera a la tortuga ya que el gobierno parece vivir en el universo inmóvil del los eleatas. No sólo se trata, como quieren algunos, de vivir mejor, tener un coche o una casa, objetivos que por demás no puedo criticar, que ya se ha sobrestimado lo suficiente los méritos del ascetismo, muchas veces predicado, pero rara vez puesto en práctica. Se puede tratar también de la aspiración de seguir una profesión, de emplear a fondo el talento personal, si bien no en condiciones ideales, al menos lejos de un gobierno que privilegia la actitud sobre la aptitud, que encuentra profundamente tranquilizadora la mediocridad leal y que suele terminar saboteando y falseando los proyectos que emprende con tal de tener resultados que celebrar en los periódicos.

No se trata, como quiere el Canciller, de un problema de desinformación o ingenuidad. Cualquier persona medianamente informada sabe que la vida, incluso en una sociedad del primer mundo, es difícil, más aún para el emigrado. Y serán pocos los que supongan que de regresar el capitalismo a Cuba sería el de Suiza o los países escandinavos, por más que la comparación con Haití, si bien no desprovista de dramatismo, sea exagerada; ni en los momentos de mayor crisis alcanzó Cuba tal nivel.

Se trata, creo, del escepticismo lógico que, sobre todo entre los jóvenes, ha generado un gobierno que ha intentado ideologizar todas las esferas de la vida y que pretende justificarse repitiendo una propaganda que han gastado los años y el cansancio, como la de la gratuidad de la educación y la salud pública, que se financian, concedo que tal vez sólo parcialmente, con los impuestos que son retirados directamente del salario de los trabajadores sin que estos sepan a cuánto asciende el monto de tal exacción. Un escepticismo que cuestiona los móviles y la utilidad de casi cualquier tipo de acción colectiva o de pertenencia a una organización, tras años de comprobar la impotencia e ineficacia de estas últimas y de escuchar a un gobierno que, esgrimiendo como excusa el bien común, intenta adelantar su propia agenda y conseguir sus propios fines sin escuchar a los individuos que componen ese “pueblo” que invocan constantemente como beneficiario de sus acciones. Y esto no es un cuestionamiento de la justeza o no de tal agenda —ése sería otro tema—, sólo apunto al hecho, elemental, de que uno podría no tener deseo de participar en su puesta en práctica, pero que la posibilidad de escoger tal curso de acción no es una opción válida, al menos para el poder.

Sin embargo, no es el actual gobierno el único que podría resultar afectado por esta situación. Cualquier hipotético gobierno que llegara al poder de producirse una transición democrática probablemente tendría que enfrentarse a un sentimiento de desinterés muy similar al actual, sobre todo entre el sector más joven de los cubanos. Hay indicios que permiten suponerlo.

Basta con observar un hecho: aunque la oposición a Batista incluyó a todas las generaciones y a casi toda la gama del espectro político, lo más eficiente de esa oposición la constituyeron los jóvenes, liderados por grupos como el M-26 y el Directorio Revolucionario y organizaciones estudiantiles como la FEU. No se observa nada semejante en la Cuba de hoy, donde los líderes de la oposición (al menos los más publicitados) pasan cómodamente de los cuarenta años.

Se pueden proponer diversas explicaciones para ello. Por ejemplo, el éxito que ha tenido el gobierno —con la colaboración estrecha de Washington y de la extrema derecha del exilio— en conseguir que los cubanos, especialmente los jóvenes, no vean de manera positiva la posibilidad de un cambio político, aunque no miren con simpatía al régimen actual. Se ha conseguido que las personas sientan que el futuro político de Cuba está secuestrado por la nomenclatura del régimen y por su contraparte en el exilio —sobre todo el exilio histórico de Miami, que se las arregla para dar una imagen de intolerancia política no menos opresiva que la proyectada por el gobierno de la Isla—, mientras el gobierno de los EE.UU. acecha a la espera de una oportunidad para recuperar su control sobre el país, primero a través de un procónsul y luego a través de un gobierno obediente. No importa si esto es cierto o no, es una percepción muy extendida que inmoviliza cualquier vocación por el cambio en la sociedad cubana. Lo peor, además, es que los otros dos miembros del trinomio suelen actuar generalmente de una manera que parece confirmar esta previsión.

Luego, para la mayoría de los cubanos, el gobierno es la única fuente de información disponible sobre la oposición interna y ha obtenido gracias a ello un relativo éxito en homogeneizarla, simplificarla y convertirla en una caricatura de sí misma.* Si a un joven cubano medio se le preguntara sobre las diferencias que existen —y las hay— entre Marta Beatriz Roque, Oswaldo Payá y Manuel Cuesta Morúa, probablemente no sabría qué responder, asumiendo que hubiera oído de alguno de ellos ya que la publicidad que obtienen estas personas es a través de la Mesa Redonda, un programa que no destaca por poseer un elevado índice de audiencia. También se ha sabido explotar las divisiones que existen entre los grupos opositores de manera que se neutralice su efectividad, se limite el alcance de sus mensajes y se pueda cuestionar la honestidad y seriedad de sus propósitos. Enfrentado a las cifras que suministra Marta Beatriz Roque acerca de unos 360 grupos de oposición y un total de alrededor de 5 mil opositores en el país —para un total aproximado de 13 opositores por grupo—, resulta difícil evitar una sonrisa entre incrédula y desencantada ante semejante parodia de multipartidismo. Aún peor, la facilidad con la que los oficiales del Ministerio del Interior parecen penetrar estas organizaciones acentúa, por un lado, la sensación de inutilidad de este tipo de actividad que desea imponer el gobierno mientras que, por otro, los hace lucir como tontos en un país donde, históricamente, se la rendido un culto enfermizo e infantil a la “viveza”.

Sin dejar de reconocer que las condiciones actuales hacen de la oposición un ejercicio de una dificultad casi insuperable, no es menos cierto que una evaluación desapasionada de las declaraciones y los escritos de sus diferentes facciones dejan poca esperanza de que en un futuro más propicio puedan conectar con una juventud que parece ser mayoritariamente escéptica, que encuentra en la salida individual la mejor, y acaso única, solución —aunque sean conscientes de que sólo un por ciento muy pequeño conseguirá aquello a lo que aspira— y que considera palabras como civismo, sociedad civil, participación democrática o Estado un mal chiste. Esta situación, si acaso, favorecerá a la derecha, que siempre ha encontrado más cómodo gobernar sin la participación de la gente, por más que gusten de predicar sobre la democracia, pero cualquier izquierda cubana en el futuro tendrá que enfrentar casi con seguridad un público hostil.

Otras dos cosas podrían añadirse a esto. La primera es que si en 1959 había 6 millones de cubanos y actualmente hay alrededor de unos 11 millones, casi la mitad de los cubanos vivos nacimos después del triunfo de la Revolución y un por ciento que, supongo, será alto se encontrará comprendido entre las edades que señala como objetivo el Canciller Pérez Roque, sin mencionar los que hoy son un poco mayores y protagonizan, al menos entre los jóvenes, la actual ola migratoria que, cabe suponerlo, se habrá incrementado en los dos últimos años tras las nuevas medidas introducidas por el gobierno. La participación de esos jóvenes, apasionada y comprometida de ser posible, en el futuro de Cuba, cualquiera que este sea, sería deseable y probablemente necesaria para el desarrollo feliz de los acontecimientos. El peligro reside en que podría suceder que no fuese así.

Lo otro es que dentro de esa emigración se encuentran muchos de los jóvenes más talentosos, con mejor preparación académica y mayores ambiciones profesionales de ese grupo generacional, que expresan, además, un marcado desinterés ante la posibilidad de regresar a Cuba, incluso si se produjera una transición hacia la democracia, al no sostener la visión panglossiana sobre un hipotético capitalismo nacional que les achaca Pérez Roque. Tal situación podría alterarse por una variedad de factores, desde el cambio de perspectiva que aporta la madurez a la recuperación de una conciencia cívica o que el proceso político cubano alcance en el futuro un nivel de interés que de momento parece dudoso vaya a conseguir alguna vez. La realidad, en cualquier caso, es la convicción que he oído expresar hoy a muchos de que un cambio político no vuelve atractiva la idea del regreso. Lo otro no es más que especulación.

*****

Ignoro, ya el tiempo lo dirá, si el gobierno actual podrá conseguir la “invulnerabilidad ideológica” a la que aspira. Es probable que en la próxima reunión de la Asamblea Nacional anuncie que así es, pero eso, como las otras dos invulnerabilidades por las que ayer se congratulaban, no pasará probablemente de ser un titular para los periódicos, que es donde único se materializan tantos éxitos de la Revolución. El problema, sin embargo, es real, por más que al señalarlo los dirigentes cubanos eviten reflexionar sobre sus causas ya que es más simple ofrecer soluciones cosméticas que evaluar con sinceridad los problemas que enfrenta hoy la sociedad cubana. Este asunto, casi con seguridad, quedará pendiente para quienes queden al frente de Cuba tras el deceso de Fidel Castro y, se puede suponer, para quienquiera que les siga, sin importar la tendencia política del gobierno. Espero que no resulte demasiado ingenuo abrigar la esperanza de que algún día pueda solucionarse.


*Algunas figuras de la oposición colaboran en ello, verbigracia, los que se reunieron en el simulacro de votación organizado por la SINA durante las elecciones presidenciales norteamericanas en el 2004 para elegir entre John Kerry y George W. Bush. Leer sobre el incidente no estuvo desprovisto de cierta dulce nostalgia, aquello me hizo recordar momentos del ya extinto San Nicolás del Peladero.

15 Comments:

Blogger waxaxo said...

volverías vos, a Cuba digo, ante un eventual intento de cambio?


W.

PD: me mandás el discurso por mail... si no es que ya lo tiraste.

2:21 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No se que te respondera Gabriel, pero en cualquier caso tu pregunta me suena un poco vaga. Que significa "eventual intento de cambio"? Y en que direccion??? No se cuan al tanto estes de como son las cosas en Cuba, pero te aseguro que uno de los problemas que tenemos "los de afuera", si asumimos que las autoridades de la Isla (las actuales y las futuras) nos dejaran entrar alla, es la incertidumbre de si nos dejaran volver a salir. La sola idea de que no, resulta asfixiante.

9:30 p. m.  
Blogger waxaxo said...

Estoy muy al tanto de lo que pasa en mi país.
Ahora, es muy raro pero yo, siendo uno de "los de afuera" no tengo ese miedo (que por lo que describís parece ser medio paranoico). Luego, creo que no nos queda claro a ninguno hacia que dirección puede ir el destino de la isla y cuando refiero a volver, me refiero a participar en la construcción o reparación de lo que finalmente se convierta Cuba luego del natural deceso.

Vos me preguntás ¿Hacia dónde? y yo debo entender que tu voluntad de regresar y participar en un eventual cambio, está condicionada por hacia dónde se dirija. Si A, yo si, Si B yo No. No es el tipo de respuesta que espero.
Yo espero un Si, o un No.
Luego del Si (a secas) puedo yo entender condicionamientos, o sea Si pero, si A entonces yo B y si C entonces yo D.
Puedo entender que ante unos principios bien fundados la dirección de lo que ocurra en la isla te provoque:
C: Participar acompañando el cambio.
D: Participar enfrentandote al cambio.
La designación de varibles a los distintos cambios posibles puede ser aleatoria y me temo que actualmente podria llegar a ser infinita.

Espero haber sido claro, pido perdon, hoy estoy muy borgeano.

W.

11:27 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ya. Es que no sabia si eras cubano, ya que escribes en "argentino". No es una critica ni una ironia, supongo a uno se le pega la manera de hablar/escribir del lugar donde vive.

En cuanto a mi, te concedo puedo ser un poco paranoica, pero mi paranoia esta basada en historias que conozco al repecto, no se tu. Es como el chiste del tipo que iba al psiquiatra y le decia habia un cocodrilo bajo su cama, el psiquiatra creia era paranoia hasta que le tipo dejo de ir porque se lo comio el cocodrilo.

Por lo demas, no pienso regresar a Cuba de manera definitiva suceda A, B o Z, ni a construir ni a destruir nada. Pero unas vacaciones alla, sobre todo para ver a mi familia y a mis amigos si me vendrian muy bien. Pero eso no es posible ahora, tal vez en parte porque quienes mandan alla son como tu, solo esperan un Si o un No. Si la gente que regresa a "construir y reparar" son como tu, desde ya tengo pocas esperanzas de que las cosas cambien al menos en su esencia.

11:54 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ay Waxaxo mi corazon, no seas extremista! La verdad no creo a Borges la habria gustado tener un lector asi, el, un señor con tantos matices...pero bueno, como te digo una cosa, te digo otra: si te gusta Borges, no todo esta perdido, buen muchacho debes ser. Mira mi vida, yo trabajaba en una agencia turistica cubana y me quede en España hace un año y ahora no puedo regresar no se en que tiempo. Tu crees eso es justo? Preguntaras por que me quede...bueno, pues porque no queria mas vivir en Cuba (razones familiares, que no todo es politica, eh?) y esa era la unica manera de hacerlo...si el gobierno no deja a los profesionales viajar por razones personales, vacaciones, estudios etc, que puede hacer uno sino aprovechar las razones "oficiales"? Tu me suenas a gente joven que esta un poco ajena a la historia de muchas personas, aunque reclames estar al tanto de lo que pasa en tu pais. En cuanto a tu "argentino" no te preocupes, que yo llevo poco aqui y mis amigas ya me han puesto Catherine Zeta Jones! No te parece divertido? Cuidate mi vida...ah, y de donde sacaste eso de Waxaxo??? Suena Xexy!

Un beso,

12:21 p. m.  
Blogger Gabriel Syme said...

Bueno, ya que estás borgesiano (es el adjetivo apropiado, de acuerdo a los que se dedican a estudiarlo, aunque yo lo encuentro horrible), te recordaré algo que él dice en "Sobre los clásicos" (cito de memoria, no tengo ganas de estirar el brazo hasta sus Obras completas): "Sólo sabemos del futuro que diferirá del presente." Así las cosas, especular sobre lo que haríamos es inútil. Sin embargo, como jamás me he negado a hacer algo inútil, sobre todo si es especular, aquí voy.

Primero, la paranoia es una sana costumbre cubano que estaría mal que perdiéramos. Desconfiar del gobierno, de cualquier gobierno, es siempre, me parece, la actitud más inteligente. Pero lamentablemente en este caso hay motivos para ser desconfiado. Yo, como tú, no temo regresar y no se me ocurriría pensar que pudieran retenerme allá contra mi voluntad. Pero tú y yo, miles de otros, no somos TODOS los casos. Por ejemplo, te has puesto a reflexionar sobre el caso de los médicos. Si lo eres, y deseas irte, debes pedir la baja del Ministerio de Salud Pública y esperar cinco años (¡cinco años!) para poder salir. Pero supongamos que te las arreglas para salir, por algún motivo, y te quedas. Normalmente eso se castiga con 5 años, cuando sales por el Estado (la única manera en que puede salir un médico). Pero en este caso el castigo es de por vida, destierro total. Y si pides permiso para visitar Cuba la respuesta es no, aunque no creo que ninguno lo haya hecho porque se rumorea que de entrar no los dejarían volver a salir. Pero eso último tampoco creo que se haya probado en la práctica.

No es que todos los médicos no puedan regresar. Conozco un chico que se fue en el 94 y 11 años después pudo volver a ver a sus padres. Pero a la gente que salió después de la famosa y nunca vista regulación que define el asunto de los médicos quedados el consulado cubano simplemente les niega la entrada. Luego, hay razones para la paranoia. Al menos, algunas personas las tienen, y yo lo respeto. Que para mí haya sido fácil no significa que lo sea para todos.

Respecto a tu pregunta inicial, supongo que me la busqué. Le he estado dando vueltas en la cabeza y por eso me había demorado en contestarte. Mira, no sé qué va a pasar con Cuba, aunque no tengo muchas de esperanzas de que, sea lo que sea, todo vaya a ir bien después. Y lo que te diga ahora probablemente no tenga ningún valor, que una de mis frases favoritas es "la praxis es el criterio de la verdad", y más de una vez me he encontrado en alguna situación actuando diferente de lo que pensaba que haría. Independientemente de eso, hoy te respondo que no. Lo siento. Hay amores que hay que vivirlos a distancia. Y además la política no es lo mío. Una parte de mí, que con ironía llamo "apostólica", no está de acuerdo, pero aunque tiene voto no es la que decide. E incluso, desde un punto de vista creativo, encuentro más estimulante el estar afuera. Es mucho mejor recrear e imaginar que estar enfrentado a la realidad que te interesa a diario. Eso puede sonar herético en estos días en que las obras autobiográficas (o semi o pseudo) y las basadas en "hechos reales" son aparentemente las mejor recibidas por el público. Pero yo sigo prefiriendo la ficción, me niego a actualizar mi estética para complacer a la moda, y la distancia ayuda a tener que inventarte las cosas.

Esta última razón puede parecer irresponsable, superficial o tonta, pero desde al principio advertí que yo tengo muy pocos intereses. Y la literatura ocupa un puesto central entre ellos.

Ahora, si pienso así, ¿por qué escribí lo que escribí? Hombre, literatura. No sé, desde un punto de vista lógico creo que lo que dije es lo mejor que pudiera pasar, más allá de que yo no quiera formar parte de ello. Pero además, suena bonito, levanta el final. No sé, cuando escribo lo mejor es no tomarme demasiado en serio. No es que mienta, no tiene nada que ver por mentir, sino que suelo seguir las exigencias del texto, no lo que yo pienso. Yo no soy un escritor político ni un pensador, aspiro a ser un narrador y por eso siempre dejo hablar a mis personajes, tratando de no interponerme. Y si a veces esos personajes parecen usurpar mi voz, bueno, es sólo una ilusión. "Borges y yo" recrea con ironía ese dilema.

12:39 p. m.  
Blogger Gabriel Syme said...

Leo lo de la mulatisssima, que lo escribió mientras yo trataba de responderte. Estuvo a la altura de su nick, sencillamente genial. Lo de Catherine Zeta Jones me tiene riéndome todavía. Ves, eso es algo sí me gusta (y echo de menos) de los cubanos: el sentido del humor. Gracias por tu intervención, muy cuerda.

12:46 p. m.  
Blogger waxaxo said...

He estado buscando al autor de la frase : Es muy dificil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro. El resultado ha sido que hay muchos que se la atribuyen, o se la atribuyen a otros, o a "alguien". Pero en fin.

Creo que dado el contexto es necesario aclarar que no estoy de acuerdo con la política migratoria que rige para la ciudadania cubana. Yo tengo un tío que se fue por el Mariel en el 80 y un hermano que se fue en el 94 por la misma vía, el mar. Ambos llegaron bien, por suerte, pero no me olvido las listas en las iglesias y las caras de las esposas, madres, hijas que no encontraban el nombre buscado en la lista. Me acuerdo de darles ánimo y decirles... esa no es la lista completa... la lista completa la mandan la semana que viene... Pero la cuestión migratoria cubana, convengamos, es muy compleja por la cantidad de factores de los cuales depende, y es algo que de alguna manera todos lo sabemos.
Igual no me agrada.
Yo consientemente opté por no soliciar PRE, muy a pesar de que tenía el tiempo, el dinero y el estatus legal para recibirlo, y eso fue cuando aun para entrar en Cuba un Inmigrante necesitaba el Permiso de Entrada y no la habilitación, que al final, por lo menos a mi, es lo que más me interesaba.
Los trabajadores de la salud son un tema dificil, sobre todo porque, al menos yo, no encuentro qué ley (porque en la ley de migraciones cubana no esta explicitado) pero es un hecho innegable.
De la misma manera las personas que salieron con pasaporte oficial, que "desertaron" y ahora tienen vedada la entrada a la isla.
Todo esto lo reconzco como un error en la política migratoria, y sé perfectamente qué consecuencias trae.

Intento no ser tan intransigente, pero a veces no intento bien. Es el mea culpa diario de haber descubierto, un poco tarde quizás, que ideológicamente yo no estaba tan lejos del marxismo como pensaba. A veces soy más Stalinista, a veces más trosko, a veces más maoista, y pocas veces puedo llegar a abstraerme hasta un keynes, pero no mucho más. Trato de no cerrarme, me considero un ser bastante permeable y reconozco que toda cosa que involucre a Cuba, me provoca por ósmosis, me afecta.

Yo no espero sólo un si o un no, de hecho di varias (y casi infinitas) opciones, vos elegiste NO para todas, lo que (creo) no me convierte en un ser por cuyo eventual regreso a la isla te haga perder las esperanzas de que las cosas cambien en su escencia.
Claro, que esto en última instancia depende de si aun antes de saber de mi existencia vos tenías esperanzas, y de a que llamás vos escencia.

Saludos

W.

7:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias pr tu explicacion, te humaniza mas ante mis ojos. Yo creo ademas que ofrecer explicaciones es una muestra de bondad y humildad. Y si me apuras, te dire que percibo algun dolor prfundamente escondido en tu alma.

Solo queria aclararte que yo elegi que hacer mucho antes de que tu me preguntaras y eso es no regresar, opcion que no estaba incluida entre las "infinitas" que tu dices ofreciste. Tu me parece asumiste de plano que yo regresaria si A, B...y yo dije no me importaba si todo el abecedario. En cuanto a si tenia esperanzas claro que las tengo, si no no viviria, creeme. Solo que mis esperanzas suelen estar relacionadas con proyectos individuales o grupales que incluyan pocas personas. No niego que los que son a gran escala puedan resultar exitosos durante un tiempo, pero yo en general, desconfio de ellos.

9:59 p. m.  
Blogger waxaxo said...

Gabriel, ahora te toca a vos...
Borgesiano, bueno... ok... con razón el director de la Real Academia de la Lengua se apellida García de la Concha... de la Concha de la Lora... (chiste muy a lo porteño que no hace gala de mis mejores momentos).

Luego, si la duda es efectivamente o no la jactancia de los intelectuales es uno de los grandes misterios que me rompen la cabeza... lo cierto es que no se puede confiar a ciegas, ni paranoiquear (verbo jodido si los hay) a trocha y mocha. Lograr el equilibrio y... bajo que punto de vista? porque al fin y al cabo el equilibrio es eso... un parecer... me fui a la mierda; a lo que iba: yo no creo que en Cuba retengan a alguien que dejen entrar, puede ser... no se... pero no hay nada que una doble nacionalidad no pueda resolver, y no se si Cuba este dispuesta a pagar el costo político de retener a un ciudadano extranjero (así sea medio extranjero) por cometer un supuesto delito de "deserción" sancionado por una supuesta ley que roza (para ser benevolentes)con violar derechos internacionales. En lo personal creo que directamente les negarían la entrada, algo con lo cual, reitero, no estoy de acuerdo, pero no creo que no dejen salir a alguien que ya es o residente o ciudadano de otro país por más que entre con pasaporte cubano.

Igual todo bien, no fue la intención ponerte en evidencia respecto a tus propias palabras, jamás cuestionaría si escribiste esto por qué ahora decís esto otro. No es lo mismo lo que uno pueda llegar a reflexionar en páginas como estas, que una respuesta a una pregunta concreta, y mucho menos... que la praxis.

Saludos

W.

PD:
Morgana, no te apuro... no te apuro... pero no te niego que venir vivir en un país latinoamericano me ha marcado. Si releés verás de que el No esta como opción, encabeza la lista de hecho, lo que proscribo (muy personalmente)es el que plantea de que si en Cuba el cambio va en la dirección X yo regreso, si no, no. Ahora si vós pase lo que pase en Cuba decidís no volver esta todo bien, esta contemplado dentro de las opciones. Creo que está claro que va a haber un cambio... y no creo que lo importante sea hacia donde vaya sino qué y cómo va a ser la reacción de la gente (incluyéndonos), si nos moviliza o no, si nos interesa o no el futuro de la isla (que aclaro, previendo malentendidos, no creo que pase exclusivamente por esto).

Mulatisima, Borges siempre fue un tipo muy intransigente. Luego creo que algo habrás leído de lo que escribí hoy y te darás cuenta de que si bien soy joven, me interesan a sobremanera las historias de muchas personas. Ah, y el waxaxo es el macho de la waxaxa, ;)

Gabriel, olvidé decirte que me interesó el tema porque cómo sabés formo parte de la generación nacida en el 80, y me sorprendió mucho que Peréz Roque hablara públicamente de estas cosas.

Amo las postadas.

11:53 p. m.  
Blogger Omar Rodríguez said...

Hola:

He llegado a´tí, como otros a mi; vía muñes rusos... En fin.

Un detalle: lo del 10 % y a borrar ésta estudiado... Los que hemos trabajado en el infame giro de las TI jugamos con el tema... Factor de diversidad. Si todo dios dejara sus 500 MB en buzón, Yahoo cerraba.

Así que fue analizado largamente que si se ponía la barrita y cada vez que entras TE GENERA ANSIEDAD, sientes que debes algún día vaciar. En sus incios era no un botón de "revisar espacio disponible" donde nadie entraba...

Un saludo,
PD: la ideología de la carestía va con nosotros más alla de "periodos especiales" :)

6:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Lamulatisima es la que es, punto.

12:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias anonimissimo, mi vida! Ay, que lindo! O eres linda? Bueno, que mas da que esto no es un sitio para cuadrar ni nada por el estilo, este es un sitio serio. Gabriel, me he leido todo lo demas que has puesto aqui y ya opinare, ya opinare que opiniones no es lo que falta en mi vida precisamente. Pero ahora me tengo que ir mis amores, que otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Waxaxo mi corazon, espero esto no te moleste porque a mi me parece que uno le puede robar frases a otros y usarlas como le venga en gana siempre que cite la fuente, cosa que no creo haga falta en este caso. Me equivocooo???? Seguro que no, chicos listos y letrados que son todos ustedes...
Hasta prontoooo.....

8:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No me prodigaré mucho, aunque lo leeré todo. Interesantes los criterios, y las reflexiones. Si dijera que me debato por dentro al coincidir al 100% con lo que cada uno de vosotros comenta ¿me entenderíais?
En otro momento trataré de explicarlo. Un saludo. seguiré viviendo por acá.

10:04 p. m.  
Blogger waxaxo said...

¿vientos de cambio?

6:06 a. m.  

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