viernes, mayo 05, 2006

Siempre hay una primera vez

Bien, esta es mi primera entrada de blog. La verdad, no estaba seguro que quisiera uno. Tengo al menos dos reparos que hacerle a este asunto.

Primero, los blogs son una muestra de vanidad notable. Pero yo soy vanidoso, así que eso no me sirve como excusa. Lo que más me disgusta de los blogs en realidad es que son lo contrario a una buena historia de ficción. Una de las cosas esenciales a entender de la narrativa es lo siguiente: el arte es limitado, empieza y se acaba. No es una recta, sino un segmento. Los blogs tienen el defecto de extenderse interminablemente, sin forma, sin dirección, sin un clímax reconocible. Como la vida. La vida es la materia prima de la literatura, pero en sí misma no es literaria, aun cuando pueda parecerlo episódicamente. No es coherente, no es causal, presenta graves problemas de ritmo y no sabe cuando debe acabarse. Por tanto, mi mayor objeción contra los blogs es que son anti-estéticos.

Sin embargo, una circunstancia especial me lleva a incursionar en ellos. Estoy afuera.

Sí, estoy afuera. Soy cubano y finalmente el año pasado (2005) me fui de mi país, a los 32 años. Obviemos lo difícil que le puede resultar esto a un cubano, enfrentado al doble obstáculo de conseguir el permiso de salida del gobierno cubano y una visa de algún país extranjero. De sobra se ha hablado sobre esto y no creo que valga la pena volver sobre ello. En cualquier caso, y desde mi experiencia personal, lo más difícil es la visa (que tampoco me costó trabajo, pero sí me causó muchas preocupaciones). Si uno tiene el dinero y la paciencia para no dejarse desequilibrar, obtener el permiso de salida es fácil. Pero una vez afuera, comienzan los problemas.

Lo primero es adaptarse. No importa cuán informado esté uno (yo lo estoy mucho) o cuan preparado desde un punto de vista académico o intelectual, una vez afuera lleva un tiempo adaptarse y aprender cómo funciona todo. Como señaló Vladimir Ilich Lenin, la praxis es el criterio de la verdad, y la praxis cubana no lo prepara a uno para esto.

En Cuba, puede llegar un momento en que uno comience a preguntarse si los países que aparecen en el noticiero existen en realidad o si son un montaje de la televisión cubana. Sí, ése es un caso grave de solipsismo, pero cuando uno está allá adentro, si le dijeran que en realidad es lo segundo, no tendría muchos problemas para créerselo. Afuera hay que empezar de cero. Las reglas son totalmente distintas, uno ignora las leyes del país y no está acostumbrado a preocuparse por ese tipo de cosas. En Cuba hay leyes, pero más vale estar familiarizado con las misteriosas regulaciones ministeriales que prestarle alguna atención a la Constitución ya que las primeras tienen una fuerza legal que supera cualquier otro tipo de legislación. (Algún día, con tiempo, trataré de explicar este asunto de las regulaciones ministeriales; cuando esté de humor para ello, aunque mientras, si quieren irse haciendo una idea, pueden leer "Sobre la cuestión de las leyes", de Franz Kafka.) Son un montón de cosas nuevas que no vale la pena enumerar. Esperemos al día a día, a que yo vaya chocando con ellas y ya las veremos con calma en su momento.

Una advertencia. Éste no es un blog sobre política ni sobre Cuba. No es que vaya a abstenerme a hablar de política, es un tema que me interesa. Incluso, ocasionalmente hablaré sobre Cuba, aunque me aburren esos cubanos que abandonan la isla y luego continúan obsesionados con ella. Para vivir machacándome de esa manera me habría quedado en La Habana. Simplemente escribiré de lo que me dé la gana. Y eso implica que si en algún momento me dan deseos de hablar de Cuba, lo haré.

Y creo que para una primera vez ya está bien.

P. D. Estoy en España, sólo para situarnos.
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